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La enseñanza del lenguaje desde la perspectiva Montessori permite un desarrollo gradual en el proceso de aprendizaje.
Siguiendo el desarrollo de la adquisición natural del habla en el niño, la Dra. Montessori plantea un método de enseñanza que guía al niño de una manera espontánea y fluida.
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Desde sus inicios el hombre siempre tuvo la necesidad de representar sus ideas y esta misma necesidad reaparece en cada niño que manifiesta un deseo por escribir y leer.
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Cuando un niño nos trae un dibujo y nos dice “dibujé un cocodrilo” nos está transmitiendo la representación de un elemento que puede interiorizar y después expresar a través del dibujo.
Más adelante hará la distinción entre el dibujo y unos signos (quizá trazos parecidos a las letras, líneas o puntos) y nos dirá “es un cocodrilo”, “aquí dice: cocodrilo” (señalando lo escrito).
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Esta progresión nos permite ver el desarrollo de la escritura en plenitud.
No sólo el dibujo, sino el “aquí dice” permite ver que ha fijado su atención en los símbolos, “letras”, y que comienza a incluirlas en sus dibujos.
Se ha dado cuenta de que las letras refieren a los objetos y así el dibujo va perdiendo protagonismo, para llegar finalmente a descubrir que la escritura representa más que un dibujo/objeto.
Esto nos lleva a entender que el niño irá “escribiendo” mucho antes de comprender en profundidad el sistema de la escritura.
Es decir, que a cada sonido le corresponde una grafía, y que al juntarlas se da lugar a la palabra.
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Antes de conocer las presentaciones y materiales Montessori del área de lenguaje, es necesario que comprendamos los siguientes aspectos:
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En el desarrollo de la autoconfianza, es muy importante conversar con los niños, escuchándolos y animándoles a expresarse, poniendo atención y mostrando respeto a lo que nos dicen.
De esta manera, estamos ayudándolos a que adquieran una sensación o sentimiento de autoconfianza.
Les estamos dando a entender que lo que nos comunican es importante para nosotros, lo que sienta una base de aceptación y respeto.
Al darle continuas oportunidades de expresión, el niño aprenderá a compartir sus pensamientos, sentimientos y emociones de manera clara y precisa.
Se dará cuenta de que las palabras le ayudan a clasificar y a describir y también aprenderá la sintaxis y la pragmática del lenguaje hablado.
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Estudios psicológicos han demostrado que, de una manera natural y sin que se le enseñe:
El niño aumenta su vocabulario de 250 a 300 palabras por semana alrededor de los 2 años y a varios miles cerca de los 6 años.
Esto nos muestra el poder de la mente absorbente del niño.
Algunos de los materiales utilizados para enriquecer el vocabulario del niño son:
Además se utilizan objetos del ambiente preparado, que estimulan el conocimiento de los mismos y la verbalización de sus nombres.
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La escritura y la lectura son acciones muy complejas que requieren de coordinación física y habilidades mentales.
En Montessori se inicia el trabajo con la escritura para, posteriormente, pasar a la lectura.
El desarrollo de la primera necesita que el niño haya construido las siguientes habilidades:
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[su_note note_color=»#F4F4F4″ text_color=»#bf08111″ radius=»0″]Habilidades físicas:
Es necesario el desarrollo de la coordinación de los dedos pulgar, índice y medio para poder manipular el instrumento de escritura.
Además, para ser capaz de seguir un contorno con firmeza de toque o trazo, el niño necesita desarrollar la coordinación de los músculos de la mano y la muñeca.
Esta habilidad le permite trazar la forma de las letras de lija y con estos movimientos interiorizan el trazo de cada símbolo.
Posteriormente, comienzan a unirlos para formar palabras con el uso de un alfabeto móvil, lo cual pone los cimientos para la elaboración de la escritura, ejercitando el trazo y la habilidad para dejar espacio entre las palabras. [/su_note]
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[su_note note_color=»#F4F4F4″ text_color=»#bf08111″ radius=»0″]Habilidades mentales:
Para el desarrollo de la escritura es necesario el conocimiento de los sonidos de las letras de forma aislada (ejemplo: “m” en lugar de “eme”).
También la visualización e identificación de los símbolos (letras) correspondientes al sonido, por medio de la vista, la audición y el tacto.
Además, es fundamental la combinación de los sonidos (letras) para formar una palabra y la combinación de palabras para formar oraciones. [/su_note]
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A continuación presentamos una serie de actividades y materiales Montessori que nos ayudarán a trabajar la escritura y lectura con los pequeños.
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Desde que el niño entra al ambiente de “Casa de los niños”, o lo que es lo mismo, un ambiente Montessori para edades de 3 a 6 años, trabaja con el material de Vida Práctica y Sensorial.
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El material de Vida Práctica y Sensorial de Montessori desarrolla (de forma indirecta) la coordinación muscular de la mano y los dedos.
También permite interiorizar los movimientos de izquierda a derecha y de arriba hacia abajo.
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Alrededor de los 3 años y medio el niño empieza a trabajar, de forma más específica, en el proceso de la escritura.
Este proceso se inicia con una preparación para la identificación de sonidos. Para ello, utilizamos la presentación “el juego de yo veo”.
El juego de yo veo consiste en identificar y reproducir el sonido (fonema) inicial de un objeto, que se pone a la vista del niño.
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De manera paralela al juego del yo veo se trabaja con las letras de lija.
Con las letras de lija el niño hace la asociación del fonema con el símbolo.
También desarrolla la habilidad muscular para el trazo de las mismas, utilizando los dedos índice y medio.
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Al utilizar este material, se activa el uso de los sentidos:
Una vez conocidas las letras y los fonemas, el niño puede empezar con la formación de pequeñas palabras utilizando el alfabeto móvil.
El trabajo continuo y progresivo con este material, ayuda al niño a integrar los sonidos de las palabras (inicio de la lectura).
Al escribir palabras usando letras sueltas, identifica los símbolos que las componen y expresa sus intereses.
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Como hemos visto hasta ahora, el proceso de escritura consiste en escuchar y analizar la palabra hablada, representando cada fonema con su signo gráfico (letra).
Para lograrlo, el niño tiene que ser capaz de discriminar auditivamente los sonidos de las letras, lo que se llama proceso de codificación.
Como podemos deducir de lo anterior:
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La lectura es la reproducción de una serie de fonemas que han sido representados gráficamente, y que ahora están sintetizados en una palabra completa, con un significado.
La lectura se logra aproximadamente a los 6 meses de adquirir la escritura y tiene tres etapas: mecánica, interpretativa y lectura total.
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Se trata de una presentación Montessori para la primera etapa de la lectura: la etapa mecánica o de prelectura.
En ella, el niño se vuelve consciente del significado de los sonidos del lenguaje que se habla a su alrededor y ya conoce los símbolos que corresponden a cada sonido.
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En el primer juego de objetos se muestra al niño un objeto o figura que le permite asociar la palabra a decodificar con su significado.
El niño tiene que reconocer el sonido de cada una de las letras e irlas uniendo oralmente hasta leer la palabra.
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En esta etapa, el aparato fonoarticulador está lo suficientemente desarrollado, permitiendo una adecuada enunciación de los sonidos que conforman las palabras.
Poco a poco, el niño va adquiriendo el tiempo y la sintaxis adecuada, lo que le proporciona medios para comunicar su mensaje a los demás, no solo a nivel de palabras sino la posibilidad de expresar todo un pensamiento.
El niño se da cuenta que la lectura es un tipo de comunicación silenciosa.
Posteriormente, se produce un acercamiento con la gramática de manera lúdica y con materiales atractivos.
Esto permite al niño ir fijando la función de una palabra (artículo, adjetivo, conjunción, etc.) dentro de una oración.
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En la etapa interpretativa o de comprensión de la lectura, comenzamos a “sentir” el propósito de las palabras.
Esta habilidad nos ayuda a comprender el estilo y los términos específicos escritos por el autor.
Por último, llegamos a la etapa de la lectura total, que es la habilidad de poder integrar totalmente la palabra escrita.
En ella somos capaces de abstraer aquello que leemos, ya que podemos absorberlo y comprender los sentimientos expresados por el autor.
Esto nos permite sentir la construcción y comprender el estilo literario.
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En la enseñanza de la lectura ofrecemos al niño las herramientas para desarrollar esta habilidad.
Para ello, debemos partir del entendimiento de que la lectura es más que descifrar palabras, es una expresión directa de la comunicación verbal.
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El niño no aprende de repente a leer. La lectura involucra una serie de pasos enlazados y cada paso es una extensión de una habilidad previa adquirida.
Contagiar el placer lector es algo que podemos iniciar desde muy temprano.
Estimular el amor por la lectura en los primeros años permitirá que más tarde el niño se convierta en un lector asiduo y entusiasta.
Recordemos siempre que un adulto que lee será siempre un niño que leyó.
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Departamento Pedagógico
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